El consentimiento es la base de la actividad sexual

El consentimiento es la base de la actividad sexual

De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia Española, la principal definición de “consentir” es “permitir algo o condescender en que se haga”. En los años recientes, a raíz de la ampliación del movimiento feminista y de campañas como #MeToo, el consentimiento sexual se ha puesto en el centro del debate.

En parte debido a la educación que se impartía tanto a hombres como a mujeres, antes se creía que ellas no debían decir “sí” ante el primer avance sexual, pues eran mal vistas y consideradas como “mujeres fáciles”. 

Es así que se hizo frecuente utilizar estrategias como dar demasiado alcohol a beber a una chica para que ésta al final accediera a tener relaciones sexuales, o al menos, estuviera tan borracha que fuera incapaz de oponerse.

Ante casos como este que, en el fondo, constituyen un abuso, las denuncias por acoso y abuso sexual no sólo en el mundo de la farándula, sino del deporte, las artes, la educación y muchos otros contextos, abrieron la discusión para dar el lugar que se merece a un elemento del que debe partir toda actividad sexual: el consentimiento de las personas involucradas.

Regla fundamental

No sólo las mujeres pueden sufrir abuso, también los hombres pueden verse presionados o incluso obligados a participar en actividades sexuales que no desean. Por esto no podemos dejar de enfatizar la importancia de obtener el consentimiento.

Algunos especialistas en sexología resumen los elementos indispensables de la vida sexual de la siguiente manera: toda actividad sexual debe ser consentida por dos (o más) personas en plena facultad para tomar decisiones, y no debe lastimar física ni emocionalmente a ninguna de las partes involucradas.

Esto significa, volviendo al ejemplo anterior, que una persona en estado de ebriedad no está en plena facultad de tomar decisiones, y lo mismo se podría decir de otra que se encuentra amenazada, presionada o chantajeada para realizar determinados actos.

El consentimiento debe ser explícito, y debe consultarse siempre para evitar cometer abusos. Otro ejemplo es que consentir una actividad sexual no significa decir sí a todo. Si accediste a tener penetración vaginal, la penetración anal sería una actividad diferente y, por tanto, requiere también de tu consentimiento. O si aceptaste tener relaciones sexuales con una persona una vez, no quiere decir que de ahí en adelante aceptarás todas las veces.

Otro punto de acuerdo muy importante es el uso del condón. Es frecuente que una persona acepte el contacto sexual poniendo como condición el que se use condón, pero también es frecuente, por desgracia, que una de las partes rompa ese acuerdo y quite el condón en algún punto de la relación sexual. Esto se puede entender como un abuso.

De modo que si quieres tener una vida sexual sana, sin dañar a tu acompañante, lo mejor es asegurarte de tener su consentimiento y que ambos estén de acuerdo. No necesitas llenar formularios ni hacer una pregunta súper formal, puedes preguntar dentro del propio juego erótico. Eso sí, pon atención a las respuestas y no te sobrepases de lo que la otra persona ha aceptado hacer.

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