La fidelidad, ¿de verdad protege del VIH?

La fidelidad, ¿de verdad protege del VIH?

Las relaciones amorosas se construyen sobre la confianza. Es cierto que el amor es el elemento fundamental, pero es ese mismo sentimiento el que nos hace confiar ciegamente en la pareja. Cuando uno se enamora, todo es tan intenso que puede llevarnos a entregar todo a esa relación: el cuerpo, el dinero, las contraseñas de nuestras redes sociales y mucho más.

Esa confianza nos lleva también a creer que la persona con la que estamos no será capaz de traicionarnos con una infidelidad. Pero las relaciones avanzan, maduran y cambian, y lo que un día fueron promesas sinceras se van flexibilizando hasta niveles que no sospechábamos. Es por eso que hablar de la fidelidad como una estrategia efectiva para prevenir el VIH es un terreno pantanoso.

Hablemos del matrimonio y migración

Los matrimonios donde el varón tiene que migrar para buscar un mejor empleo. Buscar el sustento para la familia es un noble motivo para cambiar de residencia, pero una vez que el hombre sale de su lugar de origen, las cosas se transforman mucho para él.

Se encuentra lejos de casa, por lo regular en ciudades grandes, donde las normas sociales son muy distintas al lugar donde nació. Trabaja mucho y después del trabajo busca lugares para distraerse, para tomar un par de cervezas. Puede sentirse más libre para hacer cosas por las que en su lugar natal sería juzgado (de acuerdo a algunas investigaciones).

Una cosa lleva a la otra. Aunque muy probablemente su esposa le advirtió que “no se metiera con nadie” estando en otra ciudad, y él le prometió que no lo haría. Pero, las cosas pasan y pasan sin protección, pues como él no buscaba esa infidelidad, no tiene un condón a la mano y se lanza así a la aventura.

Un día regresa a su comunidad, se reencuentra con su esposa y después de tanto tiempo separados, vuelven a su vida sexual. Lo más seguro es que ninguno de los dos proponga usar condón, porque eso sería aceptar, en la mente, que hubo una infidelidad, cosa que es impensable para ambos.

“Es más fácil que se rompa una promesa que un condón”

Dice el dicho que es más fácil que se rompa una promesa de fidelidad a que se rompa un condón. Si esa actividad sexual fuera de la pareja va a suceder sin importar cuánto se niegue con palabras, ¿no sería mejor que sucediera con protección?

Hablar de posibles escenarios de infidelidad puede ser difícil para muchas personas, pero hacerlo podría ayudar a prevenir infecciones de transmisión sexual tan graves como el VIH. Negarse a ver la posibilidad no la hace desaparecer.

De igual forma, el uso del condón no hará menos doloroso el descubrir un engaño, pero sí puede evitar que, además de la decepción amorosa, quede una huella en la salud de aquel acto.

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