La violencia de género puede llevar a las mujeres hacia el VIH

La violencia de género puede llevar a las mujeres hacia el VIH

Al cabo de 40 años de la aparición del VIH, se sabe que la infección no sólo tiene que ver con el ámbito de la salud, sino también con la dinámica social. Existen factores que exponen más a la transmisión a unas personas que a otras, y la violencia contra las mujeres es uno de los fenómenos sociales que las coloca a ellas en un riesgo muy específico frente al virus.

En el marco de la conmemoración del 25 de noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, conversamos con dos integrantes clave de AHF América Latina y el Caribe, quienes nos hablaron sobre la estrecha relación que existe entre la violencia de género y la transmisión del VIH.

La violencia tiene muchas caras

La violencia de género se puede entender como aquella que se ejerce dentro de un sistema en el que las mujeres y las niñas se encuentren en una situación subordinada, lo cual las somete a relaciones de poder y las coloca en riesgo de sufrir diversas agresiones.

La violencia física es, tal vez, la más visible. Se suele relacionar la idea de violencia con golpes, heridas y hospitalizaciones. Sin embargo, no es el único tipo de agresión que se puede ejercer contra una mujer.

Existen también la violencia psicológica, la económica, la institucional, la obstétrica, y todas ellas provocan que la violencia de género y el VIH vayan muy ligados, explica Guillermina Alaniz, directora de Advocacy de AHF para América Latina y el Caribe.

La violencia es tan estructural, agrega, que en cuestiones de VIH interviene, por ejemplo, en el uso del condón. “Cuando no hay una verdadera posibilidad de negociar en términos de igualdad el uso del condón, claramente existe una violencia de género que pone a las mujeres en riesgo. Ni hablar de la violencia sexual ya sea en la infancia o en la adolescencia, las violaciones”. 

Y sobre este último punto, aclara: “Toda relación sin consentimiento es violación; no existe relación sexual sin consentimiento, existen violaciones”. Este es un concepto que a la mayoría de las mujeres les ha costado mucho trabajo entender debido a la educación que han recibido desde los primeros años de vida, y que se arraiga tan profundamente que es difícil de cuestionar.

A esto hay que agregar un elemento que se ha comenzado a discutir, cada vez con más fuerza: el concepto de amor romántico

Al respecto, Krischna Sotelo, coordinadora de Advocacy de AHF Chile, relata sobre su experiencia con el tema: Trabajando con mujeres trabajadoras sexuales, tanto cisgénero como trans, la negociación del condón está muy incorporada en su labor como trabajadoras, pero el problema radica en la relación con sus parejas.

“Ahí es donde se baja la guardia, donde se acepta el chantaje de no usar el preservativo, donde se puede vivir la violencia de una forma mucho más sutil, pero violencia de todas maneras porque puede haber manipulación, o hay violaciones que no se denuncian porque están en el marco de una relación amorosa (que de amor no tiene nada, pero se piensa que es así)”.

Por otro lado, para las mujeres que no son trabajadoras sexuales hay violencias muy sutiles que tienen que ver con el amor romántico, comenta Krischna. “Las mujeres piensan ‘no puedo pedirle esto a mi pareja, ¿cómo lo voy a presionar para que use condón si puede ser incómodo para él?’, pero yo digo ¿por qué las mujeres no piensan en ellas? ¿Por qué no piensan en lo incómodo que va a ser para una tener una infección de transmisión sexual?”.

Violencia obstétrica

Se le llama violencia obstétrica a todas aquellas acciones, practicadas por personal de salud, que agreden, humillan, atemorizan o lastiman física y psicológicamente a una mujer antes, durante y después de un parto. Desde el maltrato verbal para hacer que una mujer en labor de parto “se calle” hasta realizar una cesárea injustificada, o incluso la esterilización sin consentimiento, son actos de violencia obstétrica.

Si bien es un tipo de agresión que se comete contra toda clase de mujeres, tanto en instituciones públicas como privadas, las mujeres con VIH han experimentado estos actos como parte del estigma y la discriminación que se ejerce contra ellas. Por ejemplo, el personal médico las “reprende” por haberse embarazado o pretende obligarlas a someterse a una esterilización debido a su condición de salud.

Esto comenzó durante los primeros años de la epidemia de VIH, pero continúa hasta nuestros días a pesar de que se ha demostrado que el tratamiento antirretroviral es altamente efectivo en prevenir que el virus se transmita de madre a feto.

Aprendamos a reconocer las violencias

Para comenzar a frenar los diversos tipos de violencia contra las mujeres, hay que saber reconocerlos. Por ejemplo, es crucial comprender que si no hay consentimiento de un contacto íntimo, entonces hay violencia sexual.

“Si nosotras, como mujeres, no podemos estar profundamente convencidas de eso porque nos hace dudar el sistema, si es mi novio o si tomé de más, si no entendemos que nada de eso importa y que lo único que importa es que en cada situación nosotras tenemos derecho a decidir, sólo ahí vamos a poder empezar a sacar del consenso social que las violaciones son delitos cometidos con violencia”, expone Guillermina.

Y para que este cambio sea posible, Krischna agrega que la educación sexual integral es un pilar fundamental, “porque si bien las mujeres, que somos las víctimas, tenemos que denunciar y estar conscientes de que si no digo ‘no’ tampoco dije ‘sí’, los hombres son la otra parte, son los agresores sexuales”.

Hasta ahora, considera Krischna, son las mujeres las que principalmente han hecho el trabajo de reflexión sobre el tema, y eso “además de tétrico, es insuficiente porque quienes están cometiendo las agresiones sexuales son los hombres en contra de las mujeres. El trabajo de la educación sexual integral nos involucra a todas y todos, y hay que llevar a esos hombres y a esos niños a que se rompa el círculo de la cultura de la violación”.

Después de un ataque sexual, el VIH se puede prevenir

Existe un tratamiento antirretroviral que puede ser suministrado a personas que han estado expuestas a una infección por VIH, para evitar que el virus se establezca en su organismo. La llamada profilaxis post exposición (o PEP) se originó para prevenir infecciones en personal médico que accidentalmente se había expuesto al VIH durante su trabajo, pero luego su uso se extendió a quienes podían haber tenido contacto con el virus por otras razones, y una violación es una de ellas.

Actualmente, en toda la región de América Latina está disponible la PEP para víctimas de violación, e incluso forma parte de un kit profiláctico post violación que proporciona tratamiento preventivo para otras infecciones de transmisión sexual y (en los países donde su uso no está prohibido) anticoncepción de emergencia.

En algunos países, explica Guillermina Alaniz, se requiere una denuncia formal para poder acceder al kit y al protocolo de violación (que consiste en una evaluación para recabar pruebas de la agresión), pero en otras naciones esto no es un requisito para recibir la atención.

“Pero más allá de la disponibilidad del PEP, son temas que han sido tabú tanto tiempo que sufrir un ataque sexual es una situación donde la mayoría de las mujeres encuentra muy difícil buscar ayuda en ese momento, y de denunciar, ni hablar”. 

Esto es parte de la violencia estructural que se ejerce contra las mujeres. “La primera sensación, debido al modelo patriarcal que tenemos, es que la mujer es vista como culpable: ‘pero claro, con esa ropa, con esa actitud, si estaba en tal lado’… Y todo eso se hace carne desde muy chiquitas en todas nosotras, las mujeres”.

Tareas pendientes 

Eliminar la violencia en contra de las mujeres es una tarea compleja y que requiere que se involucren todos los sectores de la sociedad. Sin embargo, desde las estrategias de respuesta al VIH hay acciones concretas que los gobiernos pueden emprender para que la infección por este virus deje de ser una de las múltiples consecuencias de la violencia.

Actualmente, AHF América Latina y el Caribe aboga por una mejor formación de los servicios de emergencia para la atención de casos de violencia sexual, además de que se informe más ampliamente sobre la existencia del kit profiláctico post violación, pues actualmente las mujeres no lo conocen.

“Así como se hacen campañas sobre las líneas telefónicas para denunciar violencia de género, que se hagan campañas sobre el PEP y que quien lo necesite pueda solicitarlo”, afirma Guillermina Alaniz. “Y que los países que aún exigen una denuncia formal para acceder a ese kit dejen de pedir ese requisito, porque a veces la persona no quiere o no puede denunciar. Es que a veces es el agresor quien la está acompañando a atenderse”.

El fenómeno de la violencia de género es multidimensional y requiere soluciones con esos mismos alcances. El primer paso es mirar y reconocer la existencia del problema, para así mejorar la calidad de vida de las mujeres en todos los aspectos de su desarrollo.

Si eres mujer y crees haber estado expuesta al VIH, ya sea en una agresión sexual o dentro de una relación de pareja violenta, en AHF América Latina y el Caribe te ofrecemos pruebas de VIH gratuitas y una atención totalmente confidencial y libre de estigma. Acércate a nuestra oficina más cercana en tu país o escríbenos por Whatsapp.