Los sentimientos después de un diagnóstico de VIH

Los sentimientos después de un diagnóstico de VIH

Tal como otras enfermedades crónicas como puede ser la diabetes o la hipertensión arterial, un diagnóstico de VIH cambia la forma de ver la vida. Saber que de ahora en adelante vivirás con una nueva condición, con un tratamiento de por vida es algo difícil de asimilar.

La noticia de que tienes el VIH deja una sensación de pérdida. La primera y más significativa es la pérdida de la salud, pero también puedes sentir el temor de perder a tu familia, a tus amigos o a tu pareja, si la tienes, y si no la tienes, quizás pienses que has perdido la posibilidad de establecer una relación amorosa en el futuro.

Asimismo, puedes experimentar sentimientos como:

  • Confusión (¿Es correcto el resultado? ¿Qué debo hacer ahora?),
  • Miedo (¿Voy a morir pronto?)
  • Rabia (¿Por qué me pasa esto a mí? ¡Fue una tontería no haberme protegido!)
  • Angustia (No podré manejar esto)
  • Tristeza (Mi vida como la conocía se acabó, nada volverá a ser igual)

El poder de las palabras

Parece mentira, pero para muchas personas es difícil ponerle nombre a cada emoción o sentimiento. Simplemente saben que “se sienten mal”, pero no profundizan mucho en los detalles.

El nombrar específicamente lo que sientes te ayuda a “desenredar” tus pensamientos y a aligerar el peso de lo que te agobia. A esto se suma el hecho de que la sociedad tiende a rechazar los sentimientos negativos.

Con la ola de “vibras positivas” que inunda las redes sociales y la publicidad, aquellas personas que están experimentando dolor, tristeza o miedo tienden a esconderlo porque lo que está bien visto es “ser fuertes”, como lo explica el Manual para personas con VIH/sida publicado por el Gobierno del País Vasco (en España).

De esta forma, mostrar temor o dolor es incómodo no sólo para los demás, sino para ti mismo, ya que se ve como un signo de debilidad. Pero es muy importante que sepas que no tienes que pasar por esto solo o sola. Aunque en este momento no lo creas, hay personas dispuestas a escucharte y a acompañarte en un proceso de cambio tan importante como el comenzar a vivir con el VIH. 

Quizás será un familiar, quizás un amigo cercano, probablemente sea tu médico o incluso alguien que vas a conocer a través de un grupo de apoyo en tu nuevo servicio de salud.

También es cierto que debes elegir con cuidado con quién compartir este camino, pues no toda la gente comprenderá cómo te sientes o estará dispuesta a brindarte el apoyo que necesitas. Si en la primera o segunda opción no encuentras lo que buscas, sigue intentando, seguramente llegarás a esa persona que entenderá.

Pon atención en los focos rojos

La salud mental debería ser un aspecto muy importante en la atención de las personas con VIH, pero por desgracia todavía no está cubierta, aun cuando se pueden identificar trastornos perfectamente definidos por la ciencia y que tienen un tratamiento específico.

Como lo reconocen los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, un diagnóstico de VIH puede ser fuente de mucho estrés. Esto, por un lado, podría generar problemas en la salud mental, y por el otro, podría empeorar algunos que ya se tienen.

Por ejemplo, si una persona ya estaba experimentando trastorno de ansiedad y en ese lapso se entera de que vive con el VIH, la ansiedad puede volverse más frecuente o más intensa.

Pero uno de los principales problemas de salud que aquejan a quienes tienen VIH es la depresión. Es importante recordar que no sólo se trata de “estar triste”, sino que es un problema de salud que puede llegar a incapacitar a la persona para desarrollar sus actividades diarias.

Para poder diferenciar la depresión de un sentimiento de tristeza, observa si sientes:

  • Tristeza persistente (es constante, dura mucho tiempo y no se va)
  • Ansiedad
  • Sensación de vacío
  • Sensación de impotencia
  • Pérdida del apetito
  • Desinterés por lo que antes te gustaba

Debes saber que tu salud mental es importante y que si sientes que necesitas ayuda de un profesional, más que de un amigo u otra persona con VIH, puedes pedir a tu equipo de salud que te canalice con un especialista, que puede ser un psiquiatra o un psicólogo.

Y recuerda que si todavía no empiezas tu tratamiento contra el VIH o lo suspendiste y quieres retomarlo, en AHF América Latina y el Caribe podemos ayudarte. Estamos presentes en 11 países de la región, localiza la oficina más cercana a ti o escríbenos por Whatsapp.