
Mujeres trans viven discriminación en los servicios de salud
La población de mujeres trans es una de las más afectadas por la epidemia de VIH. Según datos del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida (ONUSIDA), las mujeres trans tienen 13 veces más probabilidades de infectarse que las personas adultas de la población general.
En la región de América Latina y el Caribe, la situación también es muy grave para estas mujeres, es decir, aquéllas que nacieron con sexo biológico masculino, pero que se sienten y viven con el género femenino. Por ejemplo, en Jamaica, la prevalencia de VIH alcanza 51% de las mujeres trans, mientras que en Ecuador es de 34.8% y en Panamá del 29.6%, por mencionar algunos ejemplos.
Lamentablemente, la gran vulnerabilidad en la que se ven envueltas las mujeres trans es un problema social que deriva de la discriminación y el rechazo. Las sociedades condenan que alguien quiera “cambiar” de sexo y no han comprendido que la identidad de género es una vivencia personal y que a veces no coincide con el sexo biológico de las personas.
El derecho a la salud
La discriminación limita los derechos de las mujeres trans en ámbitos como la familia, la educación, el empleo y la participación política, entre otros. Y uno de estos derechos que se ven especialmente afectados es el derecho a la salud, en particular en cuanto a los servicios relacionados con el VIH.
Las barreras legales para reconocer la identidad de género en los documentos de identidad de una persona trans obstaculizan también que pueda acceder a un servicio de salud. Si una mujer solicita un servicio y en la tarjeta de identidad aparece marcado el sexo masculino, puede presentarse el primero de muchos actos de discriminación.
Por eso es tan importante que los servicios de salud reconozcan y respeten la identidad de género de las personas que los utilizan. Esta es la mejor forma de que las mujeres trans se sientan cómodas y seguras en un espacio que debería procurar su bienestar.
Acciones como llamar a una mujer trans por un nombre masculino o no tomar en cuenta sus necesidades en cuanto a, por ejemplo, la utilización de hormonas, son actos discriminatorios que afectan directamente su salud, tanto física como mental. Ellas tienen derecho a exigir respeto y el personal de salud pública tendría la obligación de brindárselo.
Este 1 de marzo, Día Internacional de la Cero Discriminación, es necesario reflexionar sobre la necesidad de abrir espacios de respeto y de diálogo con todas las personas, en especial las más vulnerables.
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