
Ómicron: el precio a pagar por la desigualdad
La nueva variante del SARS-CoV-2, virus causante de la COVID-19, llamada ómicron, tiene al mundo a la expectativa, aunque no debería haber tomado desprevenidas a las naciones dadas las malas decisiones que se han tomado sobre la pandemia.
La doctora Ayoade Olatunbosun-Alakija, vocera de la Alianza Africana para la Entrega de Vacunas, ha señalado que la aparición de esta variante “era inevitable”, pues se debe “a la falta de vacunación causada por el acaparamiento de las vacunas por parte de los países desarrollados”.
El acceso desigual a las tecnologías de vacunación –tanto a su desarrollo como a su compra– ha sido un problema que múltiples organismos dedicados a la salud han señalado desde el inicio de la pandemia, cuando aún no se contaba con ninguna opción de inmunización.
No obstante, las empresas se han negado a liberar las patentes para que todos los países puedan producir sus vacunas, y los gobiernos de las naciones más ricas compraron cantidades excesivas de dosis, en muchos casos más de las necesarias para vacunar a toda su población.
Aunque algunos de esos países han donado vacunas para países pobres, las entregas han estado muy lejos de ser suficientes para poder hablar de un acceso equitativo a estas tecnologías, primordiales para enfrentar la emergencia sanitaria, la cual se reactivó recientemente, primero, con una cuarta ola de contagios en Europa, y después, con la identificación de la variante ómicron.
Resultado de la desigualdad
Ayoade Olatunbosun-Alakija concedió una entrevista a la cadena inglesa BBC, en la cual fue tajante: la aparición de esta cepa era inevitable. Y fue más allá: “si el COVID-19 que apareció en China hubiera aparecido primero en África, no quedan dudas de que el mundo nos habría encerrado y hubiera tirado la llave muy lejos”.
Esto, sostuvo, porque “no habría existido ninguna urgencia para desarrollar vacunas porque (los africanos) hubiéramos sido prescindibles”.
De esta manera, la científica explica que la aparición de ómicron era no sólo inevitable, sino previsible, pues el proceso de vacunación global no se hizo de manera equitativa, urgente y rápida, como debió ser.
El acaparamiento de vacunas iba a llevar al mundo a variantes más peligrosas, o al menos, a variantes que escaparan del alcance de las vacunas ya desarrolladas, dijo Olatunbosun-Alakija. Esto es algo que muchas otras instancias, como AHF, ya habían señalado con anterioridad a través de su campaña vaccinateourworld.org a través de nuestro Manifiesto a los Líderes del G20 para liberar las patentes de las vacunas, compartir tecnología para la producción de las inmunizaciones e incrementar la capacidad para la secuenciación de las variantes del SARS-COV2 y priorizar la cooperación internacional y hacer todos los esfuerzos políticos para Vacunar a Nuestro Mundo.
Una amenaza previsible
Si bien ha pasado muy poco tiempo desde la identificación de ómicron (el 24 de noviembre pasado) y todavía no hay certezas sobre su grado de peligrosidad, el escenario que hoy enfrenta el mundo sí podía haberse anticipado.
La campaña Vacunar nuestro mundo, impulsada por AHF, lo ha señalado desde hace meses: “Si la inmoral disparidad en la distribución de las vacunas no te indigna, la grave amenaza que ello representa para el mundo sí lo debería”.
El objetivo de la campaña es llamar a los gobiernos, fabricantes de vacunas e instituciones internacionales de salud pública a ampliar la cobertura de vacunación al planeta entero, objetivo que no se ha logrado hasta el momento, a dos años del comienzo de la pandemia y un año del lanzamiento de la primera vacuna.
Con motivo de la reunión del Grupo de los 20 en octubre pasado, AHF publicó un manifiesto llamando a los países integrantes a tomar acciones concretas para frenar la pandemia. En ese momento, denunciaba el documento, menos del 35% de la población mundial estaba completamente vacunada.
La primera acción señalada fue apoyar las exenciones de patentes sobre las vacunas, con el fin de que los países en desarrollo pudieran producir los fármacos para su población. La segunda acción era aumentar el acceso a tecnología de secuenciación genómica, para que así los países pudieran “monitorear eficazmente la aparición y propagación de nuevas variantes del SARS-CoV-2”.
Si estas dos medidas se hubieran adoptado desde 100 días antes de la cumbre del G20, como planteaba el manifiesto, se habría evitado la “sorpresa” que causó la identificación de ómicron, y la respuesta a la pandemia sería más equitativa y realmente global.
En AHF América Latina y el Caribe tenemos un compromiso con un acceso a la salud de calidad, para todas las personas. Conoce más sobre nuestros servicios de VIH en tu país, estamos presentes en 13 países de América Latina y El Caribe.