Sexualidad en la tercera edad

La población de la tercera edad será de las primeras en retomar, poco a poco, la normalidad gracias a la vacunación contra COVID-19 (en los países donde ya está disponible). Entre los principales cambios para su rutina seguramente estará volver a socializar, ahora con menos riesgo de enfermarse gravemente.

Y para aquellas personas adultas mayores que vivían solas, volver a encontrarse con sus contemporáneos podría también significar la oportunidad de reactivar su vida sexual. Sí, esa que durante muchos años se negó como una posibilidad, por considerar que en los últimos años de la vida, la sexualidad no es algo prioritario.

Algunas estadísticas 

Aunque los datos sobre la actividad sexual en estas personas son limitados, un estudio registró que 73% de las personas de 57 a 64 años de edad, el 53% de las personas entre 65 y 74 años, y 26% de las personas de 75 a 85 años se mantienen sexualmente activas. Así lo reportó la Organización Mundial de la Salud en su Informe Mundial sobre el Envejecimiento y la Salud. 

El organismo reconoce que “la sexualidad en la vejez está influenciada por numerosos cambios fisiológicos” causados por el proceso de envejecimiento, pero no porque las cosas cambien significa que se tienen que terminar.

Diferencias entre hombres y mujeres

Es importante saber que el desempeño de los hombres se verá afectado por una menor producción de líquido seminal, una respuesta más lenta a la excitación, una erección menos firme u orgasmos de menor duración.

Por su parte, las mujeres podrán experimentar mayor dificultad para la lubricación vaginal, dolor durante la penetración, mayor dificultad para alcanzar un orgasmo o una respuesta más lenta a los estímulos de excitación.

A estos cambios específicos hay que sumar las enfermedades que la persona pueda tener, como hipertensión, diabetes, depresión, artritis, inflamación de la próstata o problemas neurológicos.

Algunas recomendaciones

Ante este panorama, lo más importante es adaptar la actividad sexual a las posibles limitaciones que puedan estar experimentando los involucrados. Posiblemente las prácticas se transformen también y pasen del coito vigoroso que se tenía a los 20 o 30 años a un ritmo más pausado y a diferentes formas de estimular las zonas más placenteras del cuerpo.

Ya sea con una pareja estable o una persona nueva, se debe tener presente que algo no cambia con la edad: el riesgo de infecciones de transmisión sexual. Por esto, el uso del condón es la mejor herramienta para seguir disfrutando de una vida sexual sin consecuencias negativas.

 

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