Contar con trabajadores pares y la formación adecuada del personal de salud son claves para garantizar la atención adecuada para personas trans y la retención de mujeres trans en los servicios de prevención del VIH, reveló un estudio.
Las mujeres trans latinas en Estados Unidos son atendidas de manera óptima y participan activamente cuando se les brinda atención holística y servicios más allá de la prevención del VIH, según el equipo liderado por la doctora Sophia Zamudio-Haas, de la Universidad de California en San Francisco.
Población en situación vulnerable
En Estados Unidos, el 9.2% de las personas trans viven con VIH, en comparación con menos del 0.5% de la población general. Varios estudios han demostrado que brindar intervenciones de prevención del VIH para mujeres trans y hombres gays y bisexuales de manera conjunta puede marginar a las mujeres trans, reporta el sitio web Aidsmap.com, especializado en VIH.
A pesar de la mayor vulnerabilidad de las mujeres trans frente al VIH, un riesgo que se incrementa aún más para las mujeres trans negras y latinas, hay un conocimiento limitado sobre la atención personalizada necesaria para servir mejor a esta población.
El estudio en cuestión, publicado en la revista médica BMC Health Services Research y basado en entrevistas individuales, formó parte de un estudio más amplio que evaluaba un programa de intervención con el tratamiento preventivo del VIH (conocido como PrEP) en dos clínicas en California.
Con su propia voz
La intervención proporcionaba atención holística de múltiples facetas. Los servicios incluían atención primaria general; una clínica sin cita previa (con acceso a un espacio privado para que las personas trans hablen entre ellas); un profesional de la salud sensible en cuanto al género (además de bilingüe inglés-español); acompañantes (dos mujeres trans bien conocidas en la comunidad latina local, que proporcionaban apoyo social y conectaban a las usuarias con un apoyo más amplio, como servicios de inmigración y legales); grupos mensuales y eventos culturales centrados en la salud y el bienestar.
La doctora Zamudio-Haas y sus colegas entrevistaron a 11 mujeres trans y a cinco miembros del personal (médicos, educadoras pares de salud, personal de seguridad y personal de limpieza). Las mujeres tenían principalmente bajos ingresos, vivienda inestable y habían migrado desde América Latina.
Un entorno respetuoso
Un estatus migratorio inseguro, experiencias de transfobia en espacios de salud o el temor a la discriminación crearon un miedo a acceder a la atención médica. Sin embargo, cuando las participantes habían escuchado sobre la clínica de una persona de confianza, ya sea una amiga o una educadora par de salud (es decir, otra mujer trans), se sentían alentadas a asistir.
“Mis amigos me dijeron que viniera, pero no quería… Soy muy reservada… Tenía mucha depresión… cuando vine, me gustó cómo me trataron”, dijo Victoria, de 40 años.
Si bien las recomendaciones de personas de confianza llevaron a la mayoría de las participantes a su primera visita, fue la calidad de la atención que recibieron y la confianza establecida lo que garantizó que continuaran recibiendo atención.
El personal no clínico (como recepcionistas, personal de limpieza y seguridad) ayudó a crear un espacio de confianza, ya que a menudo eran los primeros con los que interactuaban las usuarias al ingresar a la clínica. Todo el personal hablaba español con fluidez y estaba capacitado en brindar atención amigable para personas trans.
Las educadoras de salud ayudaron a crear un entorno de apoyo, ayudando a las usuarias a navegar por las áreas administrativas y clínicas, desde registrar sus nombres en el sistema hasta asistir a citas.
Atención holística
La intervención proporcionó un enfoque centrado en la persona, en lugar de centrarse exclusivamente en la estrategia de PrEP. En la práctica, esto significaba que el personal reconocía las necesidades o prioridades inmediatas de cada usuaria (más allá de la prevención del VIH) y establecía un sentido de pertenencia en las citas clínicas.
Las educadoras de salud tenían un papel fundamental en crear apoyo social; este ambiente de cuidado y seguridad, fortalecido mediante apoyo pastoral y eventos sociales, también llevó a que las mujeres visitaran la clínica incluso cuando no tenían cita. Utilizaban el espacio congregarse.
“Nuestros hallazgos demuestran que, para integrar con éxito la atención afirmativa de género con los servicios de PrEP, la entrega de PrEP fue solo un componente de un programa más amplio y holístico en el contexto de una clínica comunitaria”, dicen los autores.
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