Violencia sexual y la importancia del consentimiento

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Sheila

La violencia sexual es un problema grave que afecta a muchas personas. De hecho, podría estar afectándote a ti o a alguien muy cercano, sin que hayan podido identificarlo. Muchas veces, la palabra “violencia” evoca imágenes de fuerza física, golpes o sangre, pero esta no es la única manera en la que se manifiesta, y eso especialmente cierto en el ámbito sexual.

Para comprender mejor de lo que estamos hablando, podemos partir de la definición que da la Organización Mundial de la Salud (OMS). El organismo señala que “la violencia sexual abarca actos que van desde el acoso verbal a la penetración forzada y una variedad de tipos de coacción, desde la presión social y la intimidación a la fuerza física”.

Es así que se puede ejercer violencia sexual de formas muy diversas, pero todas ellas van en contra de otro elemento fundamental en la discusión: el consentimiento. Cuando alguien no consiente en participar o presenciar determinados actos sexuales y, por el contrario, es obligado a hacerlo, estamos ante un acto de violencia sexual.

¿Cómo saber si vives violencia sexual?

Enfaticemos que este tipo de violencia se refiere a cualquier acto sexual que se realiza sin el consentimiento de una de las partes involucradas. De acuerdo con la OMS, estas agresiones pueden incluir, pero no están limitadas a:

  • Violación por personas desconocidas o conocidas.
  • Violación en el matrimonio o en una relación amorosa.
  • Insinuaciones sexuales no deseadas o acoso sexual (en la escuela, el lugar de trabajo, etc.).
  • Esclavitud sexual.
  • Fecundación forzada (por ejemplo, en situaciones de conflictos armados).
  • Abuso sexual de personas con discapacidades.
  • Matrimonio forzado.

Como puedes ver en los ejemplos anteriores, la violencia sexual no sólo proviene de gente desconocida, sino que muchas veces sucede dentro de una relación cercana, incluso de pareja. Esta es una de las causas de que muchas personas que viven tales agresiones no las denuncien a la policía. También pueden guardar silencio debido a que no hay un sistema de justicia adecuado, sienten vergüenza, tienen miedo de las represalias de quien las agrede o temen ser culpabilizadas por la situación violenta.

Para el sexo, el consentimiento es indispensable

El consentimiento es un elemento clave para cualquier relación sexual. Esto significa que todas las personas involucradas deben estar de acuerdo en participar en el acto, de manera libre y voluntaria.

Se considera que el consentimiento debe ser claro, informado y entusiasta. Sin embargo, hay ocasiones en las que una persona no puede dar su consentimiento (con estas características) debido a que está bajo la influencia de drogas o alcohol, o porque se siente presionada, intimidada o amenazada. En ese caso, cualquier acto sexual sería considerado violencia sexual.

También es muy importante que el consentimiento sea continuo. Esto quiere decir que, incluso si diste tu consentimiento al inicio de una relación sexual, tienes el derecho de cambiar de opinión en cualquier momento. Tal vez las cosas tomaron un rumbo que no te gusta, o la otra persona rompió un acuerdo que tenían al principio (por ejemplo, usar condón). Así que si la otra persona no se detiene cuando lo pides, se convierte en un acto de violencia.

La violencia sexual no es cosa menor

Lamentablemente, la cultura sexista que aún existe en la región de Latinoamérica tiende a minimizar los hechos de violencia sexual, en especial cuando son cometidos contra mujeres. Sin embargo, también otras poblaciones en situación de vulnerabilidad, como los hombres gays, pueden sufrir las consecuencias de los prejuicios machistas.

Darse cuenta de que lo que vives es violencia sexual no es tan fácil, y muy frecuentemente afecta de manera grave la salud mental, emocional y física. La ansiedad, la depresión y el trastorno de estrés postraumático son consecuencias que pueden durar toda la vida. Por eso, buscar ayuda profesional es básico para superar la situación.

En resumen, la importancia del consentimiento en la vida sexual no puede ser subestimada. Es un principio básico de cualquier interacción íntima saludable y respetuosa. Asegurarte de que siempre exista consentimiento mutuo es una manera de protegerte a ti y a los demás de la violencia sexual.

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