Según la sociología, el estigma es una condición o rasgo que se atribuye a una persona y que hace que la sociedad la clasifique en un grupo del que se tiene una opinión negativa. Desafortunadamente, el estigma que todavía persiste sobre el VIH lleva a la idea de que quien vive con el virus es porque “se lo buscó” al tener algún comportamiento fuera de las normas.
Desde el inicio de la pandemia, en los años ochenta, las personas con VIH eran estigmatizadas por ser hombres gays o bisexuales, trabajadoras del sexo comercial o personas que se inyectan drogas, de modo que gran parte de la respuesta a esta pandemia se ha centrado en eliminar las ideas negativas que justifican la exclusión de estos grupos, por ejemplo, de los servicios de salud.
Pero te has preguntado ¿qué pasa cuando ese estigma social es tan repetitivo y resuena tan fuerte que la propia persona con VIH lo toma como cierto? Entonces estamos hablando de un estigma internalizado, es decir, un estigma que la persona ha hecho suyo y que genera un autorrechazo.
Un problema complejo
El estigma internalizado consiste en la aceptación que alguien hace de las características negativas que se atribuyen al grupo al que pertenece, según lo explica el portal Infosida. De este modo, la persona interioriza y acepta como válidas las acciones negativas que recibe de parte de la sociedad.
Esta aceptación puede traer sentimientos de culpa, autodesprecio, aislamiento, rechazo o desesperanza. Esto probablemente tiene que ver con los temas ligados a la transmisión del VIH (relaciones sexuales “fuera del matrimonio”, trabajo sexual, uso de drogas), los cuales tienen una importante carga moral. En este sentido, es menos frecuente, por ejemplo, que alguien que desarrolla cáncer de pulmón se sienta culpable por haber fumado durante toda su vida, ya que el consumo de tabaco todavía se asocia aspectos positivos, como las reuniones sociales, la vida adulta o hasta la sofisticación.
Algunas personas con VIH podrían sentirse culpables por no haber utilizado condón en su vida sexual, o podrían tener la sensación de ser “una amenaza” para su pareja íntima. Es así que el estigma internalizado implica un alto costo en cuanto al bienestar no sólo emocional, sino también físico, de quienes lo viven.
Como lo menciona Infosida, el estigma interno se relaciona con una menor autoestima, una menor percepción de apoyo social, una peor adherencia al tratamiento y un aumento en la ansiedad, el estrés y la depresión.
Ese gran secreto
La ocultación del estado serológico y el estigma internalizado forman un círculo vicioso. La fuerte condena social a ciertos comportamientos (como el sexo entre hombres) hace que algunas personas conserven en secreto su diagnóstico de VIH, y ese mismo secreto les hace sentir que son culpables de algo “malo” por lo que ameritan el trato que reciben o que, incluso, simplemente imaginan que podrían recibir.
Es normal tener temor de compartir tu diagnóstico con una o más personas, pero el ocultarlo sólo es una solución temporal. A la larga, la sensación de tener un gran secreto generará un grado importante de estrés ante el temor de ser descubierto, lo cual afectará tu salud emocional. Además, no decirlo te resta oportunidades de recibir apoyo social, como el ingreso a un grupo de apoyo mutuo con otras personas que viven con VIH.
Y más allá de las repercusiones individuales, interiorizar el estigma de vivir con VIH contribuye a perpetuar el problema. Quienes han decidido hablar abiertamente sobre su diagnóstico lo hacen, en gran medida, para mover a otras personas a que acepten a quien tiene esta condición de salud, y generalmente lo logran. Enfrentar el miedo al posible estigma tiene efectos benéficos tanto en esa persona como en su grupo social.
Cuida tu salud mental
Si vives con VIH y crees estar lidiando con el estigma internalizado, busca ayuda profesional con algún terapeuta o un psiquiatra, especialistas que pueden ayudarte a desenmarañar esas ideas que te quitan la tranquilidad.
En los servicios médicos de VIH podrán referirte con alguien del equipo que pueda atender tu salud mental. Pero si el estigma interno ha evitado incluso que te acerques a buscar atención médica, este es el momento de comenzar. Recuerda que en AHF América Latina y el Caribe podemos ayudarte a iniciar o retomar tu tratamiento, solamente acércate a nuestras oficinas o haz una cita por Whatsapp, estamos en 11 países de la región.