A lo largo de la historia moderna, el arte y el activismo han tenido mucho en común. Ambos pueden entenderse como actos de creación que buscan construir un mundo más sensible, que a la vez nos lleva a cuestionar cómo son las cosas. El poder del arte ha sido evidente para Glammy, una artista trans judía antisionista que vive con el VIH, desde que comenzó a producir arte sobre el Holocausto en la escuela secundaria.
Sus creaciones incluyen murales, decoración con pedrería, grabados y más, pero frecuentemente llevan mensajes sobre su propia identidad judía y sus convicciones políticas antisionistas. Por la vitalidad y trascendencia de su trabajo, el portal TheBody la entrevistó sobre las distintas aristas de su identidad.
Vivencias de la niñez
El periodista Mathew Rodríguez conversó con Glammy acerca de lo que la motivó a hacer arte. Ella recuerda que, cuando era niña, siempre estaba dibujando y pintando. Le encantaban sus clases de arte y hoy trabaja como profesora de arte de secundaria.
A la par, evoca que acudió a un “programa de adoctrinamiento sionista” en la escuela secundaria. La llevaron a Polonia a visitar campos de concentración, luego a Israel, y trataron de manipular el miedo y el trauma, explica.
“Me conmovió mucho la experiencia de ir a Polonia y ver las atrocidades que les ocurrieron a mi gente como judía ashkenazí. Cuando regresé de esa experiencia, fue la primera vez que usé el arte para decir algo, procesar lo que había vivido y comunicar un mensaje a través del arte”.
Ese fue un punto de inflexión muy importante, ya que el arte del Holocausto fue la primera vez que sintió que comenzaba a hacer arte que significaba algo, y que estaba expresando su perspectiva a través del arte.
El antisionismo
De acuerdo con la cadena de noticias CNN, el sionismo es un movimiento nacionalista judío surgido a finales del siglo XIX en Europa, que tenía como objetivo la formación de un Estado nacional judío en los territorios palestinos, el lugar que ellos consideran su tierra ancestral.
El sionismo es distinto del judaísmo, una identidad que involucra principalmente valores religiosos, pero también la cultura y la tradición de ese grupo social.
Proclamarse antisionista en el marco del conflicto actual entre Israel y Palestina ha resultado muy riesgoso para las personas judías, tanto dentro como fuera de Israel. Glammy ha visto estos riesgos muy de cerca. “Tengo una amiga en LinkedIn que está enfrentando represalias en su trabajo porque expresó solidaridad con Palestina. Conozco a maestros a quienes les han enviado amenazas de muerte a sus escuelas, y no quiero eso. Es aterrador”.
Recuerda que fue en la universidad cuando se convirtió en antisionista. “Mi vecina era palestina y solo escuché un poco sobre su vida, y pensé: ‘¡Vaya! ¡Me han mentido!’”. Y le llevó mucho tiempo darse cuenta de que aún podía ser judía, que ser judía es importante para ella, y tardó en descubrir un judaísmo que no está vinculado al sionismo.
El VIH y la protesta social
Glammy, quien participa de la plataforma virtual de Visual AIDS, se define como una mujer trans que vive con el VIH y también es una persona judía antisionista, y afirma que esos aspectos se interrelacionan.
Por ejemplo, recientemente acudió a una protesta de Queers for Palestine (Personas queer por Palestina) y escuchar a jóvenes queer gritar consignas usadas hace décadas por ACT UP, un grupo activista que usaba performances impactantes para hacer conciencia sobre el VIH, se sintió embargada por la emoción.
“Siento a los ancestros con nosotros, incluyendo a las personas que he perdido, a las personas que nunca conocí. No estaba presente, nací en el 86. Hay personas a las que estoy agradecida que lucharon para que hoy tenga acceso a medicamentos”, reflexiona.
“Y luego están las personas que sí conocí, como he perdido a muchas personas positivas principalmente debido al estigma del VIH, nada más. Y simplemente los siento conmigo cuando estoy protestando en general, y es genial ver cómo la protesta del VIH inspira la protesta en todas partes”.
La artista se hace una pregunta que, a la vez, le parece obvia: ¿Por qué hay miles de millones de dólares para la guerra y no para el sida? “Como profesora, pienso que estas cosas se cruzan porque son yo, porque es mi vida. Imagino si una fracción de mis impuestos regresara a las escuelas, cuánto mejoraría mi calidad de vida como maestra”. Y como mujer trans, considera que aún falta incidencia trans en muchas iniciativas sociales.
Aún hay esperanza
Finalmente, ante un panorama crítico y desolador como el del conflicto Israel-Palestina, Glammy dice encontrar esperanza en la cantidad de personas que hoy en día están conscientes de estos problemas.
“Pienso en la longevidad y, cuando era más joven, experimenté el agotamiento del activismo. Y ahora, simplemente trabajo duro para dosificarme y ver qué puedo y no puedo hacer, y cómo aún consigo dormir. Creo que Palestina será libre en nuestra vida”, concluye.
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