Personas mayores con VIH serían más sedentarias que las que no lo tienen

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Tina Gutiérrez

Conforme los tratamientos antirretrovirales han prolongado la vida de las personas con el VIH, ha sido necesario estudiar más para comprender mejor cómo es envejecer con este virus, aun manteniéndolo bajo control con los medicamentos.

En esta línea de investigación, un estudio realizado en Estados Unidos, incluido en la revista médica Research, Nursing & Health, comparó la situación de 105 personas con VIH y 86 personas sin el virus, para saber si había diferencias en las condiciones en las que llegaban a mayor edad. Las y los participantes tenían, en promedio, 54 años.

Resultados paradójicos

La doctora Christine Horvat Davey, de la Universidad de Ohio, y su equipo, tomaron en cuenta los factores de dieta, fuerza muscular y actividad física, y midieron cómo éstos se relacionaban con algunos síntomas del envejecimiento, explicó el portal web del Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt-VIH).

Los resultados arrojaron que, entre las personas con VIH, una peor alimentación (alta en bebidas azucaradas, alcohol y carbohidratos), un consumo menor de fibra y una menor fuerza muscular estuvieron significativamente asociados con una peor función física. La función física se entiende como la capacidad de la persona para ejecutar tareas e interactuar con los entornos que cambian conforme avanza el ciclo de la vida.

Paradójicamente, que estas personas dieran más pasos al día (lo cual se considera saludable) estaba asociado con más fatiga, al tiempo que, entre las personas sin VIH, un menor número de pasos se asoció con peor función física y más presencia de dolor.

Un factor que también dio resultados distintos para cada grupo fue el consumo de carbohidratos. En quienes viven con VIH, consumir menos carbohidratos se vinculó con más dolor, y en quienes no tienen el virus, el consumo menor de carbohidratos se relacionó con más problemas de sueño.

Una posible explicación

En suma, las personas con VIH eran más sedentarias que sus pares sin la infección, pues estos últimos daban, en promedio, 7 mil 80 pasos diarios, y las personas con VIH sólo daban 5 mil 450.

Sin embargo, fue paradójico que las personas con VIH no tuvieran mayores beneficios mientras más pasos dieran al día. Esto, explicó el equipo de investigación, puede deberse a una mala condición física preexistente.

Este estudio permitió observar que tanto la dieta como el ejercicio físico tienen un impacto diferente en las personas con y sin VIH. A pesar de esto, los autores siguen afirmando que una buena dieta y realizar ejercicios para mantener una buena fuerza muscular pueden mejorar la capacidad funcional de la persona.

En AHF América Latina y el Caribe trabajamos por una atención integral y de calidad para las personas con VIH. Si quieres hacerte una prueba de detección gratuita o quieres saber cómo iniciar o retomar tu tratamiento, acércate a nuestras oficinas en tu país o escríbenos por Whatsapp.